domingo, 13 de mayo de 2012

Virgen de Fátima


 

En 1917, Lucía y sus dos primos, Francisco y Jacinta, empezaron a llevar cada mañana juntos un pequeño rebaño a pastar. Un día, comenzó a llover y corrieron a refugiarse en una gruta que había en medio de un olivar. Allí estuvieron un rato hasta que salió el sol. Entonces, un viento fuerte sacudió los árboles y los tres vieron que venía la figura que ya antes había visto Lucía, un joven de una gran belleza, de unos catorce años, que les dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Se arrodilló, inclinó la cabeza hasta el suelo y les hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, se levantó y dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron en su espíritu y las repitieron hasta el cansancio, cuenta Lucía.

 

Ese mismo verano volvió a aparecer la figura y les contó que era el ángel custodio de Portugal. Además, les animó a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.

 

Algún tiempo después, los tres niños fueron a la misma gruta para rezar la oración que el ángel les había enseñado. Cuando estaban orando, vieron entre luz al ángel con un cáliz en su mano izquierda y una hostia suspendida justo encima mientras caían de ella algunas gotas de sangre al interior del cáliz. Entonces, el ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a los niños y les hizo repetir tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo...". Luego el ángel se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; y le dio la hostia santa a Lucía y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco... El ángel no volvió más, su tarea había finalizado.

 

Es importante en este punto hacer una brevísima referencia de la situación mundial. La Primera Guerra Mundial hacía estragos en Europa, y, en Moscú, Lenin preparaba la revolución que volcó el orden social Ruso en Noviembre de 1917. En este contexto el cielo intercede por la tierra y llega el mensaje de Fátima.

 

 El 13 de mayo de 1917, se les apareció una "Señora toda de blanco, más brillante que el sol", a quien Lucía preguntó de dónde venía; ella respondió: "Vengo del cielo". La Señora pidió a los niños que no tuvieran miedo y los invitó a venir al mismo sitio durante seis meses consecutivos, el día 13 a la misma hora, y añadió: "Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra".

 

Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía. 

 

Cuando contaron lo sucedido, nadie les creyó, así que dejaron de hablar de ello y volvieron al mismo lugar el 13 de junio.  Nuestra Señora se apareció de nuevo ante los tres niños y unas 50 personas más. La Señora dijo que Jacinta y Francisco irían pronto al cielo, pero que Lucía permanecería para ayudar a establecer el culto al "Sagrado Corazón de María". 

 

El 13 de julio de 1917, y aunque se trató infructuosamente de impedir que Lucía asistiera al encuentro, los tres niños acudieron. La Virgen les invitó a la penitencia y a la oración. Además, tuvieron una visión del infierno que les despertó un anhelo de oración y penitencia incontenibles (esto se supo en 1941 cuando Lucía escribió las memorias). La Señora les prometió que en octubre diría quien era y lo que quería, añadiendo que realizaría un milagro para demostrar la verdad de las apariciones. 

 

El alcalde les impidió asistir a su cita del 13 de agosto, pero una vez liberados, los tres pequeños fueron con sus ovejas a Cova da Iria el 19 de agosto, cuando, de repente la Virgen apareció, pidiendo a los niños que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores. Pidió también que se construyera una capilla en el lugar.

 

El 13 de septiembre, en Cova había más de veinte mil personas rezando. La Virgen se apareció acompañada de un globo luminoso: invitó a los niños a orar, a no dormir con los cilicios, y repitió que en octubre se daría un milagro. Todos vieron que una nube cándida cubría a la encina y a los videntes. Luego reapareció el globo y la Virgen desapareció hacia Oriente, acompañada de una lluvia de pétalos blancos que se desvanecieron antes de tocar tierra. 

 

El 13 de octubre de 1917 alrededor de 70,000 personas habían llegado al lugar para presenciar el milagro de Fátima. La Virgen aparece y pide una vez más una capilla y predice que la guerra terminará pronto. Luego alza las manos, y Lucía siente el impulso de gritar que todos miren al sol. Todos vieron entonces que la lluvia cesó de golpe, las nubes se abrieron y el sol se vio girar vertiginosamente sobre sí mismo proyectando haces de luz de todos los colores y en todas direcciones: una maravillosa danza de luz que se repitió tres veces. Mientras tanto la Virgen sube lentamente al cielo en la luz solar, y junto a ella los tres pequeños videntes ven a san José con el Niño.

 

“Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sabrán que es el gran signo que Dios les da de que está por castigar al mundo a causa de sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, quiero pedirles la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora los primeros sábados. Si cumplen mi petición, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, se difundirán en el mundo sus horrores, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia... Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se le concederá al mundo un período de paz”.

 

Antes de que pasaran tres años, Jacinta y Francisco murieron y Lucía se hizo religiosa en 1925 con las hermanas de Santa Dorotea.

Fuente: DiarioYa

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