martes, 19 de febrero de 2013

¿Por qué un reclinatorio?

Greg Kandra es un periodista bastante conocido en Estados Unidos en el ámbito cristiano. No en vano ha recibido 21 premios de la Asociación de la Prensa Católica, es el director de informativos del canal de la diócesis de Brooklyn (Nueva York, Estados Unidos), creó y produjo Currents, el primer informativo católico diario, ydurante treinta años trabajó en los servicios informativos de la CBS, lo que incluye dos documentales galardonados con el Emmy.


Además de todo eso, Greg es diácono casado y tiene un blog muy leído de análisis religioso en el portal Patheos. Uno de sus últimos post afronta una cuestión que se plantea cada vez más en las parroquias, siguiendo lo que parece la voluntad clara de Benedicto XVI, que así lo hace en las misas papales: la restauración de los reclinatorios a la hora de comulgar.


Durante mucho tiempo no fue partidario de ellos, y a comulgado de todas las formas incluso en la mano. Sin embargo ha cambiado de opinión, debido a que ahora se encuentra al otro lado y ve todo lo que pasa. 


Momentos de tensión 


Concretamente afirma haber visto como una madre le daba una parte a su hija pequeña como si de una galleta se tratase, o como también tiene que parar a alguien para que la consuma en sus sitio. Y por otro lado, como alguna vez alguien saca un pañuelo para llevársela a un familiar enfermo.


A parte que también es muy habitual la parte de recibirla de cualquier forma: "La reverente, con la mano como trono. El estilo mano extendida. Los que alargan el brazo para cogerla con los dedos. Los indecisos que se acercan con la mano y la boca dispuestos a la vez... ¿dónde la quiere y cómo?".


Afirma además que las catequesis sobre esto que se han dado en la parroquia no sirven para nada. "Le dices a la gente cómo se hace, les instruyes, lo pones en la puerta, lo repartes en boletines, lo proclamas desde el púlpito. No sirve de nada. Una y otra vez, hay una considerable minoría de fieles que, o se despistan o, lo que es peor, les resulta indiferente".


Greg reivindica "la reverencia, la maravilla y el misterio" que han disminuido en la liturgia: "Los signos y símbolos que esconden el misterio (las vidrieras, los cantos en latín, el incienso) han desaparecido y... ¿con qué se los reemplaza?".



¿Qué significa arrodillarse?


Considera que arrodillarse para recibir la comunión en la boca "puede aliviar algo de esto" o, al menos "mal, no hará". Es un acto de "total y absoluta humildad: te haces menos para convertirte en más. Exige una sumisión de la voluntad y un claro conocimiento de lo que estás haciendo, de por qué lo estás haciendo y de lo que te va a pasar al hacerlo".


"La verdad", continúa, "es que no deberíamos sólo humillarnos, sino estar lo bastante intimidados como para preguntarnos si estamos realmente preparados para participar de este sacramento. Arrodillarnos significa que no podemos ir y recibirlo sin saber cómo se hace bien. No sólo exige un sentido del fin y de la intención, sino también algo más que se ha eludido durante dos generaciones. Exige un sentido de lo sagrado. Nos desafía a arrodillarnos ante lo maravilloso e inclinarnos ante la gracia. Significa que no sólo entendemos plenamente lo que está pasando, sino que apreciamos la imponente generosidad que ha detrás. Nos pide ser conscientes de lo que significa la palabra eucaristía: acción de gracias".

"Es hora, pues", concluye, "de que vuelva el reclinatorio", y así se hará en su parroquia a partir de ahora.

Fuente: Religión en Libertad

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