lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Se armó el belén!

Cigoña. Y por una insigne estupidez. Hay que ver la que se ha armado por una nimiedad: el buey y la mula en el pesebre. Paro hay algo que subyace en la crítica al Papa que no me parece tan nimio. Hay católicos que parecen disfrutar poniendo al Papa a caldo. Como si estuvieran deseando pillarle en un renuncio para echarse como buitres sobre él. Y ahora por el buey y la mula. Qué ya son ganas de armar el belén por una tontería.

El buey y la mula no están en los Evangelios. Y eso es lo que parece que ha dicho el Papa. Y en lo que tiene toda la razón. No hay nada que autorice a asegurar que el Niño Dios nació acompañado de un buey y una mula.

En un determinado momento aparecieron ambos animales en el portal de Belén y han tenido éxito. Pues muy bien. El Papa no manda que se retiren de los nacimientos. Tampoco el castillo de Herodes que en muchos belenes se divisa desde el Portal estaba allí. Ni hay la menor constancia de que un Mago fuera negro. Ni de que respondieran a los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Nada de eso, además, constituye el fundamento de nuestra fe. Tenemos que creer que el Hijo de Dios, por nosotros y para nuestra salvación, nació de María Virgen. Quien ponga eso en duda no es católico. Lo del rey negro, el castillode Herodes, el buey y la mula, las gallinas, patos, cerdos, conejos y demás animales que aparecen en muchos nacimientos, el río de papel de plata, etc., etc. son añadidos de la imaginación humana. Encantadores añadidos que no hay por que suprimir. Pero que Joseph Ratzinger, como teólogo privado, que en esa condición escribe el libro, hace muy bien en decir que eso no es Evangelio. Porque no lo es.

¿De dónde vinieron el buey y la mula? Vayan ustedes a saber. Quizá, es muy probable, que María, encinta, viajara sobre un jumento. Que naturalmente allí estaba cuando nació Jesús. Evidentemente si hubiera encontrado sitio en la posada el asno se hubiera quedado fuera. Pero no hubo sitio para ellos. El sentimiento católico, abrumado por la soledad del nacimiento de nuestro Salvador, ante la falta de compañía himana pudo querer darle la de esos dos animales. Que le darían además calor. Y no querían los creyentes que el Niño Dios pasara frío. Cabe también otro fundamento más intelectual, el buey y la mula del capítulo I de Isaías. Pero todo ello son elucubraciones humanas posteriores que nos trajeron a esos dos animales al nacimiento pero que en el Evangelio no están. Y eso es lo que dice el Papa.

En el nacimiento de mi casa, y en los de las casas de mis hijos, seguirá habiendo buey y mula. Y cuando mis nietos hagan su belén propio segura que también estarán allí. Sin que ello suponga para nada contradecir al Papa. Y habrá tres Reyes Magos, uno negro, Baltasar, y un río de papel de plata y el castillo de Herodes. Y seguiremos amando al Papa y no buscando el menor resquicio para censurarle. Conscientes como somos de que son mucho más importantes el  respeto y el amor al Vicario de Cristo que el buey y la mula en el portal de Belén.

P.D.: Un muy querido amigo me envía lo que sigue:

Esto es lo que realmente ha dicho el Papa sobre el Buey y la mula… (nada que ver con lo que se inventan los medios de comunicación):

“Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y Nuevo Testamento relacionados entre si, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1, 3: “El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.”
Peter Stuhlmacher hace notar que probablemente también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3, 2: “En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás”. Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25, 18-20), indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para “el buey y el asno”, para la humanidad, compuesta por judíos y gentiles.
En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3, 2, Éxodo 15, 18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como un representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.
Como se ve el pensamiento del Papa no da pie a nada de lo que ahora se está escribiendo.Y creo que no tengo nada que corregir de lo que había escrito. Tenemos un Papa extraordinario que se merece nuestro amor y no unas críticas sin fundamento alguno.

1 comentario:

  1. Tampoco hay nada que asegure que la tal María quedara embarazada siendo vírgen. De hecho es más probable que mintiera sobre ello para evitar la posible lapidación por osar quedarse embarazada antes del matrimonio.

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