Muchas personas decían tu… ¿ir a Madrid?, ¡es muy costoso!, pero con la fe en Cristo todo se puede, en mi parroquia me ayudaron con rifas y unos que otros donativos y/o préstamos; por mi parte me esforcé en buscar un empleo que me diera los recursos económicos para lograr cancelar mi boleto aéreo que era lo más costoso. A mediados del mes junio ya contaba con pasaje en mano y unido a la buena organización de mi zona pastoral y de mi Equipo Arciprestal de Pastoral Juvenil (EarcPJ) sin dejar de agradecer al Padre Armelin de Sousa, Hermanas Catequistas de Lourdes, Coro Jesús de la Misericordia y Feligreses de mi parroquia.
Los días en las diócesis fueron base fundamental para el éxito de la JMJ; en estos días compartimos con jóvenes de varias partes del mundo – en mi caso de Australia y Brasil -, claro está y de España. Mi estadía fue en un pequeño pueblo llamado Sonseca en la Diócesis de Toledo que permitió abrir mi corazón en primera instancia a Jesucristo por medio de la oración, la meditación y la Santa Eucaristía, por otra parte a mi familia de acogida (familia Blas) y a las diferentes familias que permitieron hacer de estos días un pueblo de oración y de alegría en las diferentes actividades, rumbo a la gran cita en la ciudad de Madrid.
Ya en Madrid, la emoción era de esperarse jóvenes de todas las nacionalidades, estábamos juntos en oración por la Iglesia universal de Cristo, colocando en manos de Dios las inquietudes y necesidades particulares en las diferentes catequesis y espacios de oración, así como en los festivales vocacionales y de música Católica y el gran sentido Vía Crucis. Las calles de Madrid recibieron a los peregrinos con gran alegría a pesar de tantas dificultades por las que atraviesa esta nación y a opositores que manifestaban su desacuerdo con la JMJ y la Iglesia Católica.
En mi sentir, la JMJ fue y seguirá siendo mi primera experiencia de este tipo, en donde pude discernir, en un profundo momento de oración, mi opción preferencial por los jóvenes, definir que sigo siendo un bloque para la tan anhelada construcción de la CIVILIZACION DEL AMOR, centinela del ayer, del hoy y del mañana, un agente de pastoral Juvenil comprometido con mi Arquidiócesis y con mi país de la mano con la única iglesia de Cristo, sin importar fronteras y teniendo siempre presente el servicio en cualquier espacio que se me designe, siempre y cuando tenga la idoneidad que radique en la humildad y la capacitación.
Para un momento culmen de esta Jornada las palabras de su Santidad Benedicto XVI en cuatro vientos después de la gran lluvia que azotó la pernoctación de centenares de jóvenes llegaron a mí sentir:
Queridos jóvenes: He pensado mucho en vosotros en estas horas que no nos hemos visto. Espero que hayáis podido dormir un poco, a pesar de las inclemencias del tiempo. Seguro que en esta madrugada habréis levantado los ojos al cielo más de una vez, y no sólo los ojos, también el corazón, y esto os habrá permitido rezar. Dios saca bienes de todo. Con esta confianza, y sabiendo que el Señor nunca nos abandona, comenzamos nuestra celebración”
Con estas palabras pude experimentar que los jóvenes para la iglesia siempre estamos presentes, sólo basta hacernos escuchar y tener presente los inolvidables discursos de nuestro Beato Juan Pablo II y una de sus frases “No Tengáis Miedo” para decirle al mundo que estamos presentes los JOVENES CON CRISTO y desde la invitación de su Santidad a ser fermento de nuevos Cristianos, recordándonos que siempre estamos en sus oraciones y teniendo presente a nuestra Madre de los jóvenes, María Santísima estrella de la nueva evangelización.
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