lunes, 23 de abril de 2012

Encuentro con Profesores Universitarios en El Escorial. Sinfonía de Fe, Verdad y Belleza


Por fin llegamos, eran las ocho menos diez, durante el traslado estuve conversando con dos ingenieras, profesoras, una de la Universidad de Navarra, la otra de la Universidad de Salamanca, ambas un tanto asombradas de mi presencia en ese evento y del número de personas que forman el grupo con el que viajo.
-Deja de decir “sólo…”–me dice una de ellas– Es mucho tiempo el que han viajado, mucha distancia recorrida y tú dices “sólo venimos 124 salesianos de México” ¡Son muchos, mujer!
- A América le tocará evangelizar Europa—me dijo en otro momento la segunda profesora—
A lo que contesté que ya lo teníamos presente y eran una intención frecuente entre nosotros.
-¿Cómo? ¿Rezan por nosotros? ¿En serio? Pues sigan haciéndolo.


El lugar es sobrio, majestuoso, sencillo en detalles arquitectónicos y así imponente. Para poder entrar tenemos que pasar varias revisiones de seguridad, pero ya dentro tenemos toda la libertad y el tiempo para recorrer (casi) cada rincón de éste lugar. En las bancas centrales han acomodado a los profesores que han venido de toga y birrete, la mayoría son españoles y me han explicado que el acomodo también fue de acuerdo a la escuela de la que provienen, pues cada facultad tiene un color que la identifica.


Una de las profesoras me ha contado los datos que recuerdan sobre el lugar: se llama Monasterio de San Lorenzo del Escorial, es un conjunto de edificios, al inicio hay un conjunto de bibliotecas donde se concentra el conocimiento (la razón), después la Basílica de San Lorenzo del Escorial, quien fue un mártir romano que murió quemado sobre una parrilla o escorial (la fe) y al final está la Casa Real de Felipe II, en realidad es la parte más sencilla y austera del conjunto. Según sabía ella, la construcción se hizo de ese modo porque este Rey pretendía expresar la idea de un Gobierno (casa), basado en los conocimientos (bibliotecas) y la fe (basílica).


Qué bien eligieron el lugar para éste encuentro, el primero dentro de una JMJ, donde hasta la misma historia y arquitectura revela la unión inseparable de FE y RAZÓN.
La Basílica tiene gran cantidad de objetos de arte y como tuve mucho tiempo para recorrerla, aproveché, disfrutando un jardín (El de los 4 evangelistas) y cuanto cuadro o escultura se me permitió observar.


Sin embargo, ésta, definitivamente fue una experiencia muy diferente a lo demás vivido en la JMJ.
En los otros eventos éramos muchos más, regularmente bajo el sol, de pie, sin embargo desbordando alegría y dinamismo, las porras de “Ésta es la juventud del Papa”, “Benedicto, Benedicto” y claro nunca faltaba un “Italiani batti le mani”, pues había italianos por todos lados. Ahora era un tanto distinto, había menos jóvenes (cerca de mil), además el lugar y la indumentaria (traje académico o formal obscuro) propiciaba más el orden y la seriedad. El ambiente era así, de conversaciones con volumen moderado, la mayoría en su lugar o de pie muy cerca de su asiento, con un poco de ansiedad y gran expectativa.


Por fin, en las pequeñas pantallas que a los costados de las bancas instalaron, apareció la imagen del Papa y en ese momento la mayoría tomó asiento y puso atención a lo que afuera pasaba. Pues en el atrio de la Basílica en la que nos encontrábamos, el Papa se reuniría con las jóvenes religiosas, quienes entusiasmadas por su llegada sonreían, gritaban, brincaban. Digamos que afuera se vivía un ambiente un poco más familiar para mi, en un momento hasta deseé estar afuera, pero pensé en la temperatura del exterior (37º aprox.) comparado con lo fresco de la Basílica y desistí de mi deseo. Además todo era cuestión de tiempo, un poco de paciencia y el mismo Benedicto XVI entraría a encontrarse con nosotros (que arrogante se escucha eso). Para entonces el saludo de la joven religiosa ha terminado, Su Santidad pronuncia el suyo, el interior del recinto está en silencio y la emoción empieza a crecer…


Les otorga la bendición y entre aplausos y porras comienza a despedirse, avanzando hacia las puertas de la Basílica. Adentro todos ya estamos de pie, en silencio, expectantes, girados hacia la puerta, intentando descubrir pronto la indumentaria blanca. Empiezan los aplausos, sin más sonidos que los simples pero interminables aplausos, señal de que ya está entre nosotros.


Aún no lo veo, pero ¿eso es todo? ¿Nadie se va a mover de su lugar? ¿Nadie gritará una porra? Me parecieron interminables los segundos que pasaron con el aplauso unísono.
“¡Viva el Papa!” y cómo si fuera grito de batalla, al contestar “¡Viva!” Todo el ambiente se transformó, rompimos filas, los aplausos se desunificaron (pero nunca callaron), todos buscamos un mejor lugar para ver a quien con su presencia nos trae a Cristo. La experiencia dio un gran giro y entonces la alegría desbordó en el lugar. A su paso fue saludando en lo posible a los más cercanos, sonreía, (eso también me sorprendió), se le veía muy feliz y al mismo tiempo tranquilo, en paz. (Creo que hasta ahora empiezo a “saborear” el momento). Al grito de ¡Viva el Papa! Le siguió el típico “Benedicto”- “Benedicto”, y los aplausos seguían, llegó al inicio de las bancas y se dirigió a lo que creo es la Sacristía, ahí duró unos minutos, sin que los aplausos terminaran, salió y entonces el órgano provocó que todos guardáramos silencio.


Después de la pieza músico-coral, el Papa recibió un saludo de la comunidad Agustina que ahora habita este monasterio, después las palabras del joven profesor elegido como representante de los presentes y finalmente él nos dirige un mensaje. El Papa nos ha hablado sobre nuestro ser y quehacer como educadores. Aquí sólo les escribo algunas de las ideas que llamaron más mi atención, nos ha dicho:


• Si reducimos la educación a simple transmisión de conocimientos, sólo importando la visión de lo que es útil y práctico nos quedaremos en un sin sentido, absurdo y vacío de nuestra labor educativa.
• Reconociendo que Verdad y bien están unidos, requerimos vincular los conocimientos con el amor.
• Ser sencillos y estar abiertos, humildes, pues ésta es “una virtud indispensable, que protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad para entonces ser eficaces.”
• Así mismo nos invita a ser testimonio y fortaleza de nuestros educandos, pues la Coherencia de vida y pensamiento, se transmiten mejor con la ejemplaridad.
• Sin dejar de lado la creación del diálogo universitario.
• Y nos lanzó un reto: “La búsqueda de la Verdad es la mas valiosa aspiración que podéis transmitir personal y vitalmente a vuestros estudiantes.”
• Un reto en el que no estamos solos, pues: “Arraigados en Cristo, seréis buenos guías de nuestros jóvenes.”
Sin duda todo a sido una gran bendición, pero al mismo tiempo una gran responsabilidad, ahora a ser portadores y transmisores del mensaje recibido.


Una disculpa, he sido muy lenta e ingenua al no reconocer esto hasta el momento en que lo escribo. Es sorprendente cómo se ha hablado sin palabras, cómo el binomio FE-RAZÓN se han mostrado de nuevo.
Cuán simbólico y representativo ha sido el encuentro del Papa con el mundo religioso fuera de la Basílica, se han encontrado en un espacio abierto (aún con religiosas de claustro), como si (con temor a equivocarme) pretendiera decir “Hay que salir al mundo” llevemos nuestra Fe al mundo, necesitamos ver la realidad de afuera.


Y por otro lado ha invitado al mundo universitario, intelectual (por llamarlo de algún modo) al interior del recinto sagrado. Como si, acompañándonos en nuestra búsqueda de la Verdad, nos señalara el Camino. Entre los profesores, habla también como profesor, basado en sus conocimientos (razón) pero desde la FE. ¡Qué bello!


Fuente: http://shareyourexperiencewyd.com

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