viernes, 12 de abril de 2013

El hogar SI importa

Hasta hace unos años, era el hombre el que salía a trabajar y la mujer la que se quedaba en la casa cuidando de los niños y formando un hogar. Con la salida de la mujer al campo de trabajo, el hogar se ha quedado abandonado, los niños pasan menos tiempo con los padres, están mayor tiempo en las guarderías o en actividades extraescolares. Mucha madres les es más dificil abandonar su trabajo no por la necesidad de dinero sino por la presión social que existe actualmente, en el que no se acepta que una mujer no trabaje fuera de la casa.


Hay varios tópicos de las personas que defienden el hecho de poder compaginar un trabajo externo con el trabajo del hogar, a continuación los mostramos y además responden madres que han descubierto la importancia de poner la vida familiar por encima del trabajo:



DESMONTANDO MITOS



 "Es más importante la calidad que la cantidad de tiempo"Nashelo Jagg, una madre que pasaba largas jornadas laborales sin ver a su hija, explica que "si bien la calidad es importante, sin cantidad suficiente el impacto del tiempo que se pasa juntos es limitado. La cantidad es también buena, porque la vida se vive en las cosas normales de todos los días, que no necesariamente significa que centremos la atención en nuestro hijo". 


“En la guardería está más estimulado que conmigo en casa”Piluca es madre a tiempo completo y está convencida de que los niños de 0-3 años aprenden las cosas importantes en casa y no necesitan una escuela para ello. Tampoco es cierto que un niño que no va a la guardería no esté socializado. En primer lugar, porque los bebés apenas se relacionan con otros niños, y los mayores pueden establecer vínculos con sus hermanos y otros niños en el parque. Piluca, igual que otras madres como Cristina o Helene, está feliz de haber no haberse perdido ninguna etapa de sus hijos y haber sido para ellos una presencia y un referente constantes.





Las mujeres que se quedan en casa es porque se lo pueden permitir”: A veces, sí, y otras, no. Es cierto que a veces no hay más remedio que trabajar fuera de casa. Pero hay otras en las que lo que ocurre es que nos hemos acostumbrado a un nivel de vida al que nos cuesta mucho renunciar. Cristina, madre de siete hijos que espera el octavo, dejó su trabajo como secretaria de dirección cuando nació su primer hijo. “Aunque nos daba un poco de miedo porque mi marido no tenía un gran sueldo, veíamos que era más importante poder criar a nuestro hijo que la seguridad que nos pudiera dar un segundo sueldo”, explica. Siempre les ha costado llegar a final de mes, “pero hemos ido viviendo y experimentando que Dios nos acompañaba, no nos ha faltado de nada”.



Esta noticia ha sido extraída de Revista Misión, puedes terminar de leer aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario