lunes, 15 de abril de 2013

8 motivos que demuestran la importancia del padre

La importancia del Padre

Es evidente que cada padre imprime su propia personalidad y sus vivencias en la educación, pero lo cierto es que hay un “código paterno” que se manifiesta de algún modo en todos los padres. No se trata de hablar de estereotipos, pero sí de conocer esas notas propiamente masculinas que hacen que el padre sea una figura insustituible para sus hijos.


1. El padre hace capaces a los hijos. Mientras que la madre tiene una tendencia innata a salvaguardar al hijo de cualquier amenaza y alejarlo de cualquier situación de sufrimiento, el padre adopta una actitud generalmente más realista frente a las dificultades. No rebaja los obstáculos al hijo, sino que le empuja a que afronte la realidad y le estimula para que aprenda a resolver los conflictos por sí mismo.


2. El padre suele ser más franco y directo en las conversaciones. Si una hija llega triste a casa porque el dibujo que ha hecho una compañera de clase ha gustado a la profesora más que el suyo, la madre probablemente le quitará importancia diciendo que su dibujo es el más bonito y que no se preocupe por lo que diga la profe. El padre, ante la misma situación, le hará reconocer a su hija que su amiga pinta mejor, aunque le ayudará a superar esa frustración mostrándole otras cualidades propias.


3. El padre no se adelanta a las necesidades de los hijos. Es ley de vida: si la madre tiene frío, dará por hecho que su hijo también lo tiene y le pondrá la chaqueta. El padre, en cambio, confía en que el hijo pida las cosas por su cuenta, le cree capaz de entender y pedir lo que necesita, y no se anticipa a sus requerimientos.


4. El padre acepta los defectos de los hijos. Generalmente, a las madres les cuesta más ver la imperfección de sus vástagos y suelen justificar sus conductas más fácilmente que el padre. Él es más objetivo en su percepción y no le supone una decepción personal admitir que su hijo comete errores y no es el chico estupendo que le gustaría.


5. El aprecio del padre parece venderse más caro. Los hijos saben que la madre se siente orgullosa de ellos con cierta facilidad. Sin embargo, no ocurre lo mismo con su padre. Por eso, durante la adolescencia el hijo buscará su aprobación y hacer aquello que le haga ganar su aprecio, lo que convierte al hombre en una figura trascendental en esta etapa.


6. El padre es clave en la transmisión de valores y en las creencias religiosas. La madre, más sensible a las dinámicas afectivas, tiene un papel decisivo en la construcción de la personalidad del hijo, pero la contribución del padre está más enfocada a moldear su mentalidad, sus convicciones y pensamientos. El padre parece estar más en contacto con el “mundo exterior” y hace de puente entre su hijo y la realidad, por eso, la transmisión de los valores adquiere un relieve considerable en la figura paterna.


7. El padre propicia que su hijo corte el cordón umbilical que le une a sus progenitores y que le hace sentirse protegido y arropado en todo momento. La experiencia del sufrimiento, de los propios límites y de la derrota es importante para que el hijo aprenda a adaptarse, a tener paciencia, a renunciar a ciertas cosas y a aceptar lo inevitable. Este despegue del hijo hacia el mundo, hacia la adquisición de responsabilidades y la toma de decisiones corresponde siempre a ambos padres, pero de forma especial al hombre, puesto que el sufrimiento de un hijo no le bloquea del mismo modo que a una madre.


8. El padre tiene una mayor facilidad para hacer asumir a los hijos sus propias responsabilidades y dejarles libres para afrontarlas. Esto tiene mucho valor para los hijos, puesto que sienten que se les trata como adultos y que no se les impone cada comportamiento. Los hijos perciben así que su padre deposita su confianza en ellos y eso les anima a sacar lo mejor de sí mismos. Es más habitual ver a la madre estar encima del hijo para que haga sus deberes y acabar en mil regañinas porque no cumple con sus obligaciones. El padre tiene la capacidad de mostrarle que él es capaz de organizarse solo y de asumir sus responsabilidades, y dejarle libre para actuar en consecuencia.


Esta información pertenece a una parte del artículo "El código paterno" publicado en la Revista Misión. 



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