jueves, 30 de mayo de 2013

En el combate de la fe, la oración es una arma vital

Hermanos, me he dado cuenta, en mi día a día que lo que me sostiene es la oración. Digo eso no como una simple transcripción de una frase, sino como una experiencia vivida.


El enemigo ha intentado derribarnos, devorarnos. Es bastante cierto aquello que San Pedro nos escribe en su Primera Carta: “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar”. Y él no descansa, no duerme. ¿Podría yo dormir, descansar, dejar de vigilar tan siquiera “por una hora?”


Algo que ha sido de gran estímulo para mantenerme fiel a la oración es el conocimiento de que el enemigo de Dios no descansa. Somos jóvenes, fuertes y vigorosos, dispuestos a luchar por un ideal. ¡Ideal! Fue eso, principalmente, lo que movió a millares de estudiantes por todo el mundo en la década de los 80. Ellos luchaban, se unían, enfrentaban al enemigo, y hasta morían por un ideal: libertad (liberarse de las dictaduras políticas). ¿Quién no recuerda al joven estudiante que se colocó delante de un tanque de guerra en la Plaza de la Paz Celestial, en China?


Las músicas en aquellos días tenían un mensaje, una información y una formación. Y hoy, ¿cuáles son los mensajes o las formaciones que tenemos? Puedo afirmar, sin miedo, son “deformaciones”. Las músicas y los medios de comunicación (en su mayoría) han retirado de los jóvenes los ideales, han deformado a la juventud, como consecuencia de eso, a la familia, y por consiguiente, a la humanidad.


Nos están anestesiando. ¡Basta! Todo esto es simplemente la acción del enemigo. ¿Recuerdan? “Su enemigo el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar”.


Juntos vamos a construir una nueva historia. Pero sabemos que para cambiar el mundo, necesitamos cambiar nuestro “metro cuadrado”, o sea, necesitamos ser nuevas criaturas, en el Nombre de Jesús y por el poder del Espíritu Santo. Las gracias están siendo derramadas abundantemente. ¡Recíbelas!


Nuestro ideal es mucho más grande que el de otros tiempos. Antes luchábamos por una libertad política, hoy debemos luchar para mantener la seguridad que somos liberados del pecado, es la Liberación del pecado, la cual nos fue garantizada por Jesús. No podemos entregar nuestra alma al enemigo, necesitamos rescatar nuestro ideal, unir fuerzas (cristianos) y “buscar las cosas de lo Alto”.


Vamos a la lucha sin temor, ya que nuestro general nos garantiza que somos victoriosos en Su Nombre. Él nos da la fuerza, la sabiduría, el coraje, la valentía, la gracia, pero espera de nosotros el esfuerzo, espera que hagamos nuestra parte. Él es Jesús, el Victorioso de las batallas. “Fuerza, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33) nos dice, y también nos garantiza: “Estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”.


Como San Pablo nos afirma: “No es contra hombres de carne que tenemos que luchar, sino contra los principados y las potestades”. Por lo tanto, nuestra arma es la ORACIÓN. ¡Toma la tuya!”


Estamos unidos con esa arma.



Emanuel Stênio


Comunidad Canção Nova (Canción Nueva)

1 comentario:

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