sábado, 23 de junio de 2012

Algo está cambiando

Algunos medios progresistas parecen haber descubierto lo que desde hace años es una evidencia: la batalla que libran muchas asociaciones -tanto en Estados Unidos como en Europa- para que las legislaciones reconozcan el derecho a la vida. La influencia cada vez mayor de organizaciones provida como la española Hazte Oír o la norteamericana Alliance Defense Fund suponen una preocupación para medios como el El País, que hace unos días dedicó un extenso reportaje al asunto.


Algo está cambiando. Y no solo porque El País reconozca que los defensores del derecho a vivir están más organizados y son más profesionales que antes. Desde hace años en Estados Unidos y en Europa han sido muchas las asociaciones que han surgido como respuesta a la oleada de leyes proclives al aborto. En concreto, desde que en 1973 el Tribunal Supremo norteamericano dictaminara que la Carta Magna “protege la actividad del Estado en contra de la privacidad, incluido el derecho garantizado de la mujer a finalizar su embarazo”.


El presidente de entonces, el demócrata Jimmy Carter, ha reconocido recientemente el dilema que le supuso la sentencia del Tribunal Supremo: “Nunca he creído que Jesucristo hubiera permitido el aborto, tuve que garantizar el cumplimiento de la sentencia del Supremo, y aun así hice lo que pude para minimizar la necesidad de que se produjeran abortos”. Que un presidente demócrata se declare provida es un reflejo de que las cosas están cambiando.


Recorrer a pie Estados Unidos


Desde que en Estados Unidos se aprobara el aborto en los años setenta, las nuevas generaciones son más proclives a proteger el derecho de los no nacidos que las generaciones anteriores. Según el lobby abortista Naral, el 51 % de los votantes menores de 30 años considera muy importante el voto a favor de la vida.


Este auge provida ha hecho replantearse a la propia líder de Naral, Nancy Keenan, su futuro al frente de la asociación. Hace dos años Keenan comprobó en Washington lo jóvenes que eran los participantes en la Marcha por la Vida. “Madre mía, pensé: cuántos hay y qué jóvenes son”, dijo. Por eso anunció que en 2012 abandonará la presidencia de Naral. Pero lo hará “para dejar la dirección a gente más joven”. Nada de conversión provida.


En los últimos tiempos se han producido en Estados Unidos algunos casos especialmente llamativos a favor de la vida. Uno de ellos lo protagonizó la profesora de la Universidad de Harvard Mary Ann Glendon, que renunció en abril de 2010 al galardón que le iba a dar la Universidad de Notre Dame. El motivo: la mujer se negaba a avalar la concesión del doctorado honoris causa en la misma ceremonia al presidente Obama. Para Glendon, una universidad católica “no debería dar honores” a un político partidario del aborto y de la investigación con células madre embrionarias.


Y es que tal y como ella señala, lo que convierte al movimiento provida “en el movimiento de base más grande de nuestro tiempo es su empeño por seguir adelante aunque no tenga el apoyo de los ricos y poderosos”. Aunque no lo diga, gestos como el suyo también ayudan.


Estados Unidos ha sido el lugar de otras iniciativas provida, como la de Crossroads. Se trata de una asociación de jóvenes que cada año recorre a pie Estados Unidos para pedir el fin del aborto. En cada ciudad por la que pasan acuden ante las puertas de clínicas abortistas para hablar con las madres dispuestas a perder a su hijo. Su ejemplo ha llegado a España, donde este verano se estrenarán con una marcha desde Barcelona hasta Santiago de Compostela.


No es la única propuesta provida procedente de los Estados Unidos que se instaura en España. La organización Hazte Oír o Derecho a Vivir están inspiradas en los grupos católicos norteamericanos que luchan por establecer una legislación que proteja los derechos del no nacido. Hazte Oír es una de las grandes organizaciones provida españolas que está presente en todas las manifestaciones en defensa de la familia.


Escuchar los latidos


A pesar de la inspiración norteamericana, las diferencias entre las asociaciones españolas y las estadounidenses en cuanto a volumen son enormes. Por ejemplo, Hazte Oír -financiada con donaciones privadas- recibió en 2011 1,4 millones de euros procedentes de las cuotas de sus 5.300 socios y las donaciones de miles de personas. Según su presidente, Ignacio Arsuaga, en los últimos tres años recibieron 17.000 donaciones. Una cifra que está muy lejos de los 30 millones de dólares que maneja la norteamericana Alliance Defense Fund.


En el plano político también se han sucedido algunas acciones favorables en materia provida. Algunos países europeos han tomado medidas en el asunto. En Hungría, se modificó la Constitución para introducir en un artículo que la vida debe protegerse desde su concepción; en Suiza se votó una propuesta ciudadana para eliminar el aborto de la financiación pública; y en Rusia dos parlamentarios propusieron que se obligase a las mujeres que quisieran abortar escuchar los latidos de su feto y a ver la ecografía de su embarazo.


Se podrían poner más ejemplos de la creciente determinación a erradicar el aborto que hay en Occidente. Una batalla que empezó hace muchos años, pero que ahora algunos parecen haber descubierto. ¿No será que están ganando los provida?


APOYO: Las tres familias provida según ‘El País’


Según un artículo publicado recientemente en El País, hay tres grandes familias en los movimientos provida: la primera está presente en toda Europa y especialmente en España. Se trataría de las que están alineadas con las posturas del Vaticano. La formaría organizaciones como Hazte Oír, Derecho a Vivir o el Foro Español de la Familia. Uno de los rasgos fundamentales de estas asociaciones es que están inspiradas en otras americanas mucho mayores y experimentadas. La segunda familia sería la formada por católicos tradicionalistas anglófonos con evangélicos holandeses, suizos y de los países de Europa del este. El tercer grupo lo compondrían las más radicales. Para el diario de Prisa esta familia estaría formada por asociaciones como Fraternidad de San Pío X, que agrupa a los seguidores de Marcel Lefebvre y que rechazan el Concilio Vaticano II por modernista.

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