sábado, 8 de octubre de 2011

NUEVOS DIÁCONOS PARA HACER PRESENTE A JESÚS SERVIDOR



Julían Andrés Azcárate es colombiano y llegó a nuestra isla en octubre de 1999. Su vocación empezó en el grupo juvenil de la parroquia. “Allí comencé a discernir qué quería Dios para mí” -comenta. “Cuando terminé el bachillerato supe que Dios me llamaba. Entré en el seminario y con el tiempo surgió la idea de servir a esta diócesis de Tenerife. Comencé a discernirlo con mi director espiritual y luego con los formadores de aquí. Y así fue como Dios fue haciendo su obra y me trajo a estas tierras para ser discípulo y misionero, aquí y ahora.” Ante el diaconado, Azcárate señaló que se encontraba profundamente emocionado y también algo asustado. “A la gente le pido que recen por nosotros y si hay algún joven que se está planteando la vocación que no dude en decirle sí al Señor”.


 


Por su parte, Airán Expósito entró con 16 años al seminario menor. Tiene 27 años y es natural de Icod de los Vinos. Terminado el tiempo pastoral en la parroquia de Santa Úrsula, en Adeje, estuvo dando clases en varios institutos y colegios. El año pasado fue enviado de pastoral a la parroquia de San Pedro Apóstol, en Güímar y ahora el Señor lo ha llamado para ser diácono.

“Mi familia y amigos están muy felices porque creían que este momento no iba a llegar nunca” –indica Expósito. “Pero como yo siempre digo, el Señor tiene para cada uno su momento y él sabe cuando hace las cosas.” El haber estado un tiempo fuera del seminario, le valió a este joven para darse cuenta de donde estaba realmente su felicidad. “Uno se va dando cuenta, con el paso de los años, qué es lo que le llena. Al estar un tiempo fuera, descubrí qué sólo Dios podía hacerme feliz”.


 


Por último, Antonio Delgado, es natural de Santa Cruz de Tenerife, aunque afincado en la parroquia de San Lázaro, en La Laguna. “El diaconado es una gracia de Dios que la vivo no como una gracia de Dios para mí sino para la Iglesia” –señala Delgado. “La profundidad de esta llamada radica en el servicio de la Palabra y, sobretodo, de la caridad. Ahora que tenemos un nuevo plan diocesano de pastoral creo que mi respuesta como discípulo y misionero, dándole un sí al Señor, con este paso del diaconado es lo mejor que puedo hacer. Es como quien encuentra por fin la fuente de la felicidad. En cualquier caso, hay que recordar que esto no es para bien personal sino para bien de la Iglesia” –concluyó Delgado.


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