domingo, 9 de octubre de 2011

“Misioneros de la alegría”


Quizá estamos acostumbrados a otras alegrías, motivadas por cuestiones más banales, y olvidamos la necesidad que tenemos de alegrarnos por los regalos que nos hace el Señor cada día. Y es por ello que San Pablo nos dirá: “estad alegres en el Señor, que vuestra alegría la conozca todo el mundo” Filp.4,4.


Estamos en un mundo donde se nos intenta vender “alegrías”, enmascarada y a precio de alto interés… añadiéndole demasiados componentes artificiales que, en ocasiones, más que construir pareciera que destruyen la persona. Y se nos quiere hacer olvidar que tenemos motivos sobrados para dar gracias a Dios y para vivir compartiendo la alegría con aquellos que, quizá, debido a sus circunstancias, han perdido de vista, momentáneamente, los motivos profundos de la verdadera alegría, la que llena el corazón. Por eso es bueno preguntarse: ¿Cuáles son los motivos de tus alegrías? ¿Qué es aquello que te alegra el corazón? ¿Es Dios fuente de alegría en tu vida?


Miremos a los santos… Pensemos en la sonrisa de la beata Teresa de Calcuta o en la del beato Juan Pablo II, por citar dos ejemplos actuales… y propongámonos vivir su misma alegría, esa que da la certeza de la presencia de Dios en nuestra vida, pues llena el corazón haciéndolo libre para regalarlo con amor y generosidad a los demás. Y, porque este mundo está necesitado de misioneros de la alegría, de testigos del Amor generoso que Dios nos dio en su Hijo Jesucristo y a quien Santa Úrsula siguió con su entrega martirial, vivamos estas fiestas patronales de forma que seamos, siempre, motivo de alegría para los hermanos.


Santa María, Madre de Dios, Virgen del Rosario, Señora de la Alegría, concédenos alcanzar un día la santidad que vivió Santa Úrsula llegando a dar la vida por vivir fiel a la fe en Jesucristo; y haz de nuestras fiestas patronales, que nos disponemos a celebrar, signo de fraternidad, expresión de gratitud a Dios por todos los bienes recibidos y compromiso de compartir con los demás lo mejor de nosotros mismos y el gozo de vivir la alegría de habernos encontrado con Cristo.


 


Óscar L. Guerra Pérez


Párroco de Santa Úrsula


 

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