domingo, 23 de septiembre de 2012

Reflexión a las lecturas del domingo 23 de Septiembre

Reflexión a las lecturas del domingo veinticinco del Tiempo Ordinario - B, ofrecida por el sacerdote Don Juan Manuel Pérez Piñero bajo el epígrafe "ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR".


 Domingo 25º del T. Ordinario B


Lógico que los apóstoles se quedaran callados, "azorrados", cuando Jesús les pregunta de qué discutían por el camino. Mientras El hablaba de sufrimientos, de cruz, de muerte y resurrección, ellos discutían quién era el más importante en el nuevo reino que ellos creían que Jesús  iba instaurar. Pero Jesús no destruye aquel afán, aquel deseo. Señala el verdadero camino para conseguirlo: "El que quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos". Y esta enseñanza del Evangelio es siempre actual


 También hoy estamos envueltos por esa mentalidad de ser los primeros en la vida social, económica, política… Y también en la vida de la Iglesia… Muchas veces, incluso, en la vida familiar. “Que me sirvan” podría ser el slogan. Parece que se ha instalado por todas partes la ley del más fuerte.


         Y Jesucristo coje un niño, signo de lo pobre y débil, lo coloca entre los discípulos y lo abraza para enseñarnos el verdadero camino para ser grandes e importantes. Y también es verdad que, a cada paso,  encontramos a muchos hombres y mujeres que han hecho de su vida un servicio por amor a Dios y a los hermanos. Y, de algún modo, este espíritu siempre ha estado en el corazón de la Iglesia


         Recuerdo que cuando era pequeño nos enseñaban que cuando nos preguntaran por nuestro nombre, teníamos que añadir: “Para servirle a Dios y a Vd”. Y también que cuando, en una conversación, nos referimos a nosotros mismos, teníamos que decir: “Un servidor”. Es la influencia de la cultura cristiana en nuestros ambientes…


¡Y esto está al alcance de todos!


Si nos dijeran que para ser grande e importante, “ser el primero”, teníamos que ser sabios o ricos o  famosos, no todos podríamos aspirar a ese ideal. Pero si lo que se nos pide es servir, ¡ah! Eso puede aprenderse con cierta facilidad y mucha práctica. Especialmente, en un mundo lleno de necesidades de todo tipo… Se trata de proponérselo con la ayuda de Dios.  Y Jesucristo es el prototipo de este estilo de vida. En el texto de S. Mateo (20,28) nos dice el Señor: “Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir y dar la vida en rescate por muchos”.


¡Perfecto! ¡Servir y dar la vida! ¡Servir hasta dar la vida!


La segunda lectura nos presenta el peligro que supone para la vida de la comunidad cristiana el otro espíritu: “Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males…”


         La primera lectura es una profecía de la Pasión del Señor: Algunas expresiones las escuchamos, casi a la letra, junto a la Cruz de Cristo.


         Ahora que comienza el curso qué importante sería que nos propusiéramos esta tarea. Llegaríamos entonces hasta sentir vergüenza de pretender para nosotros un camino distinto del que siguió y nos mandó seguir Jesucristo, nuestro Salvador.

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